A nadie le gustan las reformas tributarias. Es razonable que la gente se manifieste contra la reforma que propone el Gobierno, la cual es, como consecuencia de la pandemia, una de las más drásticas que se han presentado, al punto de haber sido rechazada por todos los partidos, lo que le asegura, prácticamente, un fracaso en el Congreso.
¿Fue exagerada la propuesta del Gobierno? Probablemente sí, pero hay que entender que la situación del país exige una solución financiera de fondo. Hay que recordar que hay familias que hace un año reciben mensualmente ingresos solidarios, con los que han podido subsistir. Eso hay que pagarlo, y además, hay que seguirlo haciendo hasta que pase la crisis.
Una reforma tributaria, en el momento más difícil para mucha gente que ha perdido su empleo o sus negocios, nunca será popular y es razonable que haya manifestaciones en contra. Pero lo que mostraron los noticieros (especialmente los de la cadena RCN atacada de manera demencial por los vándalos), no tiene nada que ver con una protesta ciudadana. En eso no podemos caer en engaños: lo que vimos es la continuación de la violencia callejera que comenzó al final de 2019, antes de la pandemia.
El COVID 19 interrumpió la estrategia llamada “Revolución Molecular Disipada”. La “brisita bolivariana” que anunciaron Maduro y Cabello desde Venezuela, ya se sintió en las principales ciudades del país. El plan de destruir las ciudades capitales luego de ocultarse entre ciudadanos que protestan por cualquier razón, debió aplazarse al comienzo de 2020 debido a la pandemia, por parte de los que pertenecen a esa diabólica estrategia. Esta vez no les importó que estemos en el peor momento de la pandemia, con casi 500 muertos diarios y con el número de contagiados rumbo a los 20 mil al día. No los disuadió la presencia de las cepas brasilera e inglesa, que garantizan un contagio acelerado. Luego de año y medio de espera, los vándalos regresaron a las calles con la más violenta actitud.
Por supuesto, la reforma tributaria es lo que menos afecta a los vándalos. Ellos simplemente aprovecharon la oportunidad de que muchos ciudadanos salieron a protestar, para calmar su sed de violencia y continuar con su estrategia.
La situación fiscal del país exige una reforma. La que propone el ministro Carrasquilla puede sonar ambiciosa, pero incluso puede quedarse corta, frente a la necesidad de reconstruir la economía colombiana. A nadie le gusta, por supuesto, y todos los colombianos tienen derecho a protestar. Pero se les olvida que cada protesta será aprovechada para poner en práctica la Revolución Molecular Disipada, la cual, al final de la jornada no deja responsables en primera persona, aunque todos saben quién estuvo detrás, incentivando la violencia.
El primer resultado indica 26 buses y 18 estaciones de servicio público destruidas en Cali, mientras que en Bogotá el resultado es de 126 buses y 36 estaciones vandalizadas. Las imágenes de los noticieros mostraron a los vándalos cargando televisores y desvalijando almacenes de cadena. Los que protestan pacíficamente, se arriesgan a un contagio que probablemente les causará la muerte, por la agresividad de las nuevas cepas del virus y por la imposibilidad de obtener atención médica (en las principales ciudades la ocupación de camas en las unidades de cuidados intensivos para COVID se acerca peligrosamente al 100%). Además, como en 2019, se prestan a que los vándalos aprovechen y destruyan las ciudades, cuyos costos tendremos que pagar todos los colombianos, con la plata de la misma reforma tributaria que ellos rechazan.