“Colombia está en la mirilla de los cubanos”. “La Habana se ha dedicado a conquistar a Colombia”. Esas dos terribles advertencias aparecen en un artículo de este 30 de enero de Carlos Alberto Montaner.
El célebre periodista y escritor cubano-americano, residenciado en Madrid, agrega que el objetivo de Cuba es “destruir a Colombia”, para explotar a su antojo los recursos energéticos de ese país y “producir alimentos para el hambreado pueblo cubano”, en vista de que el control que ejerce La Habana sobre Venezuela dejó al país petrolero en la más abrumadora miseria social y la postración moral más humillante. Y el turno le ha llegado a Colombia de convertirse en la vaca lechera de la isla prisión, según los cálculos de la dictadura cubana.
Montaner hace eco a las revelaciones de la prensa de Bogotá (1) acerca de un reciente informe secreto de las fuerzas armadas de Colombia sobre la injerencia cubana en los asuntos políticos del país. Lo que por fin confirma Semana es algo que los colombianos habíamos descubierto hace tiempo: que Cuba mueve muchos hilos políticos, ideológicos y de guerra en Colombia pues su objetivo siempre fue derribar la democracia y llevar sus peones a la cumbre del Estado, mediante una combinación de golpes del narco-terrorismo contra las fuerzas de defensa del país y una serie de obscuros procesos electorales. Esta última táctica comenzó, en realidad, en 2009.
Ese peligro existe y algunos lo hemos denunciado públicamente desde hace tiempo. Para captar cuán avanzados están los planes sediciosos solo hay que ver lo que fue, y lo que ha dejado, el pretendido “proceso de paz” Farc/Santos. Claro, los temores redoblaron tras el escándalo de los dos espías rusos expulsados por el gobierno de Iván Duque, lo que reabrió el viejo expediente de las andanzas en Colombia de los servicios secretos cubanos, formados por la URSS, bajo los disfraces más diversos.
“Se tiene información que las dos casas de la Corporación Colombo-Cubana de ‘Amistad con los Pueblos’ cuentan con la participación de dos integrantes del Frente de Guerra Urbano del ELN. Así mismo se conoce que ésta organización insurgente aporta financiación al Movimiento Colombiano de Solidaridad con Cuba, la cual sería legalizada a través de rifas y eventos”, afirmaron las radios RCN y La FM citando algunos detalles dados por fuentes militares colombianas. Ese informe añade que en los últimos años entraron a Colombia “1.500 médicos, 900 profesores y 50 instructores deportivos cubanos” sin que se sepa si esos ingresos obedecieron “a motivos profesionales o de otra índole”. La revista Semana afirma que el embajador de Cuba en Bogotá, José Luis Ponce Caraballo, quien fue expulsado de los Estados Unidos por actos de espionaje, dirige las operaciones de las redes cubanas en Colombia.
Que Montaner hable de estas cosas está bien. Sobre todo si ello alimenta la reflexión de las nuevas autoridades de Estados Unidos sobre lo que ocurre en Colombia.
Sin embargo, hay en todo esto una gran paradoja. Montaner mostró, durante la pasada campaña electoral, cuanto detesta lo que hizo el gobierno del presidente Donald Trump y hoy saluda la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. Montaner parece decir que todo irá mejor para Colombia con Biden. Ahí es donde su análisis merece unas glosas.
Trump impuso sanciones económicas a Cuba y Venezuela por las violaciones a los derechos humanos, la corrupción y apoyo de esas dictaduras a la subversión y el narcotráfico en el continente. Con su apoyo fue formado el Grupo de Lima, para aislar a Maduro.
Biden está dispuesto a desbaratar todo eso y mucho más. Una de sus voceras, Jen Psaki, vendió la mecha: el pasado 28 de enero admitió que su patrón está revisando las 190 medidas del gobierno de Trump contra La Habana. Biden anunció que negociará con Cuba, pues su compromiso es hacer lo que hizo Obama con Cuba y Venezuela. Ello no es una buena noticia.
En la campaña electoral, Biden y Kamala Harris prometieron maravillas: “Daremos marcha atrás a las políticas fallidas de Trump”, dijo Harris a la agencia española Efe. Lo más lejos que irá Biden sobre Cuba es, como pide Harris, volver al refrito retórico del “compromiso positivo”: pedir la “liberación de los presos políticos” y el “respeto de los derechos humanos”, a lo que Díaz-Canel responderá “sí, por supuesto”, como en la época de Obama, mientras continúa su represión sangrienta contra las voces libres de la isla y su guerra subversiva contra Colombia.
Nadie ignora que, gracias a la línea izquierdista de Obama, Chávez y Maduro ganaron terreno, lograron fortificar sus bastiones y se convirtieron en instrumentos de terribles tiranías: la Rusia de Putin, la China de Xi Jinping, la Corea de Kim Jong-un y el Irán de los ayatolas. El resultado es que Cuba/Venezuela es el desafío geopolítico mayor que tiene ahora Estados Unidos en el hemisferio. Ese bloque tiránico se precipita ahora, con todo su peso, contra Colombia.
Montaner intenta demostrar que los presidentes demócratas, como Clinton y Obama, fortalecieron a Colombia “en la lucha contra el narcotráfico y por la preservación de la democracia” y que Biden hará otro tanto y no “morderá el anzuelo” que le tienden los castristas.
Dirigentes del exilio cubano en Estados Unidos temen que Biden haga lo contrario. El senador republicano Marco Rubio dijo: “Biden debe decidir si continuará la política de Trump de apoyo al pueblo cubano o si va a legitimar al castrismo”.
Durante décadas, La Habana ofreció refugio a terroristas de la peor especie, comenzando por las bandas narco-guerrilleras de Colombia, FARC y ELN. Esta última, mató el año pasado a 22 estudiantes e hirió a 70 personas, en un atentado en Bogotá, contra la Escuela Nacional de Policía. Los autores de esa atrocidad huyeron a Cuba y Díaz-Canel se niega a extraditarlos como le exige el gobierno de Duque. Esa actitud fue una de las que motivó la decisión de Trump de reincluir a Cuba en la lista de los países que apoyan el terrorismo. ¿Biden anulará eso también?
El 30 de agosto de 2000, el presidente colombiano Andrés Pastrana y Bill Clinton, anunciaron que, gracias al Plan Colombia, propuesto por Bogotá, Estados Unidos le daría a Colombia, en tres años, 16 helicópteros Black Hawk y 63 Huey para luchar contra el tráfico de drogas. Las Farc se opusieron a eso y amenazaron desatar un “caos regional”. Los efectos fueron inmediatos: el Congreso de Estados Unidos, dirigido por demócratas, impidió que ese material de guerra fuera utilizado para contrarrestar la violencia de las guerrillas comunistas. Y la UE se negó a apoyar el Plan Colombia.
La absurda restricción militar duró hasta el 24 de julio de 2002, lo que generó más muertos y destrucciones en Colombia. Fue el gobierno republicano entrante quien aceptó lo que Colombia pedía. Gracias al apoyo de George W. Bush, el presidente Álvaro Uribe pudo realizar su política de Seguridad Democrática y obtener éxitos notables contra las FARC/ELN y los paramilitares. No recuerdo qué papel haya jugado Biden en la gestación del Plan Colombia. La demócrata Nancy Pelosi, gran apoyo hoy de Biden, se opuso al Plan Colombia y pidió que ese dinero fuera dedicado a una campaña contra la drogadicción en Estados Unidos. ¿Esos personajes, de nuevo al frente de los destinos de Estados Unidos, son los que van a ayudar a Colombia contra las agresiones de la Habana y de sus aliados?
Montaner destaca que Cuba cuenta con apparatchiks “como Gustavo Petro e Iván Cepeda”, para apoderarse del gobierno colombiano por la vía de “ganar los comicios” presidenciales de 2022. Petro y Cepeda son cabezas visibles de organizaciones comunistas minoritarias. Sin embargo, hacen mucho daño y esperan imponerse mediante un fraude electoral masivo en el que sus tácticas clientelistas, basadas en parte en la intimidación armada en zonas rurales, más el uso de máquinas de votar, que el sistema colombiano ha adoptado, idénticas a las que contribuyeron a fraudes en las elecciones americanas de noviembre, jugarán un notable papel.
Tras las revelaciones de Semana, el presidente Iván Duque expresó que su gobierno, “bajo ninguna circunstancia, permitirá la presencia de agentes extranjeros encubiertos”. El ex presidente Uribe declaró por su parte que se justifica tomar “las más duras decisiones” [legales] si la democracia colombiana es puesta en peligro.
Cuba intenta hacer lo mismo en Ecuador. El candidato presidencial correista, Andrés Arauz, recibió 80.000 dólares de manos del ELN colombiano, según archivos encontrados en el laptop de Andrés Vanegas, alias “Uriel”, un abatido jefe central de esa banda. La elección presidencial en Ecuador será el 7 de febrero próximo. “Mucho cuidado no solo en Ecuador, sino en Colombia. Porque no se olviden que Ecuador es el próximo. El siguiente objetivo que ellos quieren es Colombia”, dijo Lenin Moreno, presidente de Ecuador. “Quieren formar una tenaza, una pinza que abarque Colombia, que avance en Venezuela y poder presionar a la hermana República de Colombia. Así que, colombianos, mucho cuidado con estos grupos que siempre se disfrazan.”
En esas condiciones, la administración Biden-Harris debería continuar, no interrumpir, los esfuerzos de Trump para frustrar las ambiciones cubanas en el continente. ¿Tendrá tiempo para pensar estas cosas y tomar medidas acertadas? ¿No hay un bloqueo ideológico a un paso en esa dirección? ¿No es demasiado tarde?
(1).- El informe de Semana sobre ese tema es del 16 de enero de 2021. Un informe complementario de las radios RCN y La FM, de Bogotá, tiene por fecha el 19 de enero de 2021.