El régimen cubano anunció una importante reforma en su sistema económico, que también afectará aspectos sociales y políticos: eliminó el listado en el que figuraban apenas 127 actividades comerciales en las que se podían desempeñar los cubanos y conformó uno con más de 2.000 actividades. Anteriormente, los ciudadanos de la isla podían realizar por cuenta propia labores que tenían que ver con servicios de gastronomía, transporte, arrendamiento de habitaciones para turismo, peluquería y similares. Con esta disposición la situación se invierte, de manera que quedan 124 actividades que solo podrán ser realizadas por el Estado, como la prensa, la salud y la defensa.
Esta es una decisión que llega de manera muy tardía y que está motivada seguramente por aspectos como la pandemia y el recrudecimiento de las sanciones estadounidenses contra la isla, que hicieron que durante 2020 la caída del PIB llegara al 11%. Inmediatamente se registraron importantes incrementos en algunos alimentos y combustibles, lo que hace que el comienzo de ese nuevo escenario no esté fácil para los 11,2 millones de cubanos que viven allí.
Las decisiones en el campo económico de los regímenes comunistas se demoran eternidades, pero finalmente tienen que llegar. En Venezuela, por ejemplo, luego de muchos años de un estricto y corrupto control de cambios, Maduro anunció que está alistando un plan para que los bancos puedan recibir depósitos en dólares, y facilitar su uso para adquirir bienes y servicios. Dicho de otra manera, se va a dolarizar la economía, lo cual ya sucede de manera informal hace muchos años. El 55% de las transacciones en el país se realizan en dólares, y el bolívar, como moneda oficial, escasea hace rato entre otras cosas, por la incomodidad de tener que disponer de gigantescas cantidades de billetes para comprar cualquier cosa. Ahora incluso se podrán hacer transacciones en dólares usando medios electrónicos y tarjetas débito, siempre y cuando los continuos fallos en el suministro eléctrico lo permitan.
De la crisis económica venezolana ya no se salvan ni los militares. Desde el comienzo de la dictadura, el extinto Hugo Chávez ubicó a los militares en posiciones privilegiadas para garantizar su apoyo y evitar un posible alzamiento. Incluso les permitió tener vínculos con el narcotráfico, lo cual desencadenó la creación del siniestro “Cartel de los Soles”. Hoy los militares manejan la minería, el petróleo, la distribución de alimentos, las aduanas e importantes ministerios. Pero a pesar de eso, como cualquier venezolano, están sufriendo las consecuencias de una crisis económica sin precedentes. Los nueve millones de bolívares que gana un sargento mensualmente equivalen apenas a ocho dólares, con los que no logra sobrevivir. Por eso, los militares deben aprovechar todas las prebendas que les otorga el uso del uniforme para obtener sus ingresos, de manera que la nómina pasa a ser irrelevante. Muchos de ellos se han dedicado a conducir taxis, lo que les permite ganar hasta 60 veces su sueldo. Incluso oficiales de grado General se han visto obligados a esta actividad para sobrevivir, con ventajas sobre el resto de venezolanos, como la facilidad en la compra de gasolina en las estaciones, pues el uniforme les evita tener que hace filas interminables.
La consecuencia natural de esa catástrofe económica, es el exilio, por lo que a Colombia han llegado recientemente más de 700 mil inmigrantes, que serán beneficiados por el “Estatuto Temporal de Protección al Migrante”, con el que el gobierno del presidente Duque pretende mitigar la grave situación de esos venezolanos.
Como respuesta a la generosidad colombiana, Maduro ordenó a sus militares limpiar los cañones de los fusiles, para estar preparados para rechazar cualquier agresión por parte de Colombia. ¡Nada más absurdo! Según Maduro, la anunciada política de migración de Duque se trata de una “payasería” para lavarse la cara ante la comunidad internacional.
Definitivamente, la negligencia de Maduro no tiene límite.