Para algunos políticos los hechos que rodean a los menores de edad se convierten en caballito de batalla en su interés de buscar beneficios particulares; no hay, en muchos de ellos, una verdadera preocupación por los menores; especialmente aquellos que han sido víctimas del reclutamiento forzado para participar como combatientes contras las fuerzas del Estado y a quienes, con mucha frecuencia, los grupos criminales que los reclutan (para mí, secuestran) usan como carne de cañón. Esos políticos, que hoy se rasgan las vestiduras, actúan de acuerdo a su conveniencia del momento.
A raíz del bombardeo al campamento del terrorista Gentil Duarte (de las FARC), que causó la baja de un grupo de criminales, políticos de izquierda y otros muy allegadas a las FARC (y por ende defensores a ultranza de lo pactado en el narco acuerdo de la Habana entre ese grupo narcoterrorista y Juan M Santos) se fueron lanza en ristre contra nuestro Ejército y contra el ministro de defensa. Anunciaron debate de control político y hasta denuncia internacional por lo que ellos denominaron masacre de niños. Todo a partir de una falsa noticia que montaron ellos mismos diciendo que en el campamento bombardeado había menores de edad, tema que fue desvirtuado por medicina legal que confirmó que los cuerpos encontrados correspondían a adultos. Incluso, hay el testimonio de una madre de los que cayeron en el bombardeo quien afirmó que su hijo tenía 19 años de edad. De haberse encontrado menores en dicho lugar, la responsabilidad de lo que les hubiera ocurrido sería exclusivamente de quienes los reclutaron, entrenaron y armaron para combatir.
Lo absurdo y paradójico del tema es que, en virtud a su interés de explotar de acuerdo a sus intereses esta circunstancia, estos personajes no cuestionan ni condenan el hecho de que los grupos armados ilegales (entre ellos las mal denominadas disidencias de las FARC) como el del sujeto Gentil Duarte, siguen cometiendo crímenes de lesa humanidad con el reclutamiento de menores; tema que ha sido corroborado por cifras del Ejército nacional cuyas operaciones en el último año han permitido recuperar 143 menores de edad de las filas de estos grupos criminales (con un incremento del 120% versus el lapso marzo 2019 a marzo de 2020). Frente a estas cifras y a ese criminal hecho, quienes hoy cuestionan al Ejército y al Ministro de Defensa, nada dicen.
Mas absurdo aún, quienes buscan réditos de esas acusaciones guardaron silencio cómplice con los verdaderos responsables de crímenes de lesa humanidad: Los Jefes FARC, que de manera sistemática recurrieron al secuestro de menores combatientes a quienes además convirtieron en sus esclavos sexuales (Lozada fue bautizado “Tornillo” por su gusto por violar jovencitos; hay fotos de Andrés Paris y de Pastor Alape con menores a quienes hicieron sus parejas), a muchas las embarazaron y obligaron a abortar, a otros tantos los desaparecieron o asesinaron (durante el proceso en La Habana el grupo narcoterrorista FARC secuestró más de 1.600 menores; después del acuerdo devolvieron un grupo aproximado de 130, que pasó con los demás?). Ahí no hubo pronunciamientos de estos políticos exigiendo el cumplimiento de los protocolos internacionales ni los derechos de los niños, tampoco de la ONU que de manera cómplice ocultó estos crímenes de lesa humanidad. Peor aún, esos políticos que hoy dicen estar muy preocupados por los niños, aceptaron impunidad total a los jefes FARC que hoy están en el congreso, pese a ser responsables de estos abominables crímenes.
El discurso de estos políticos en contra de las Fuerzas Militares y del Ministro de Defensa, sin condenar a los verdaderos responsables del reclutamiento de menores combatientes, tiene eco en muchos en el país y en gran parte de los medios de comunicación (los mismos con marcada tendencia pro izquierda). Simultáneamente, impulsan a los criminales a continuar con esta práctica que les resulta muy beneficiosa: Obtienen combatientes para su actuar criminal a bajo costo, su presencia en sus campamentos, si es conocida por la Fuerza Pública, les genera escudos humanos; si suceden casos como el que nos ocupa, encuentran aliados que atacarán al gobierno. La perorata del interés por la suerte de los menores combatientes no es más que un entramado para obtener réditos políticos; el fin justifica los medios.
EL COLMO 1: A propósito del tema de niños combatientes en filas de las FARC, tema plenamente documentado y comprobado por la Fiscalía, ¿qué dirá la JEP? No sería raro que, como en el caso del secuestro que es delito de lesa humanidad y lo llamaron retención; acepten la versión de los jefes FARC de que los niños ingresaban a campamentos de verano. NO HAY DERECHO.
EL COLMO 2: Nuevamente la JEP mostrándose como el tribunal de impunidad de FARC, ampliaron el plazo para que decidan si aceptan su responsabilidad en temas de secuestro. NO HAY DERECHO.
EL COLMO 3: Pregunta una revista de circulación “¿Por qué le temen a Petro? El señor de la Bolsa genera pánico, algunos motivos: Su pasado criminal, su odio enfermizo, promueve el odio de clases, su amistad con dictadores Castro, Chavez y Maduro; su modelo económico fue el que quebró a Venezuela, su perversa gestión como alcalde, su deseo de acabar empresas privadas; ratificó en esa entrevista lo que había dicho a una emisora, necesita varios periodos (como todos los socialistas, no entregaría el poder). En serio, ¿dudan porque temerle? NO HAY DERECHO.