Como anunciaron los miembros de las ‘primeras líneas’ de varias ciudades, el objetivo principal de su violencia, el pasado 20 de julio, fue la capital de la República. Aunque desde hace mucho tiempo el país no aguanta más violencia urbana, más bloqueos ni más vandalismo, esos engendros que se autoproclaman como ‘primeras líneas del paro’ y que son grupos de delincuentes que aparecen cuando las manifestaciones pacíficas están culminando, nuevamente produjeron tristes resultados.
Más de 60 heridos, 27 de los cuales son policías, 35 buses y 24 estaciones de transporte público fueron vandalizadas, además de la destrucción de varios CAI y vehículos de la policía, son los resultados de esta nueva agresión de las famosas ‘primeras líneas’.
En un hecho repudiable, en Medellín una patrullera de la Policía fue impactada violentamente por la espalda con una patada voladora que la dejó inconsciente y tuvo que ser remitida a una clínica.
Eso, de protesta pacífica ya no tiene nada. Afortunadamente, las autoridades tomaron algunas medidas para mitigar el efecto del vandalismo, como el cambio de uniformes de la Policía, para evitar que los violentos suplanten a los agentes para captar videos con falsas agresiones, elaborar montajes y hacer denuncias ante ingenuos organismos internacionales. También ajustaron las medidas a la hora de capturar a los vándalos, quienes por tecnicismos jurídicos quedaban en libertad, a pesar de su evidente culpabilidad en los hechos violentos. Cerca de 70 capturas se presentaron el 20 de julio, que esperamos, reciban el justo peso de la ley.
El agotamiento de los colombianos frente a estos hechos de violencia, es total. Nadie se opone a que algunos ejerzan su legítimo derecho a la protesta; pero no se acepta que ese derecho pase por encima de los derechos de los demás.
Una muestra de ese desgaste, se vivió en el Congreso el 20 de julio. El promotor y financiador de las ‘primeras líneas’ Gustavo Bolívar daba por descontada su elección como segundo vicepresidente del Senado. Ese día llegó con su casco blanco, para recordarle a todos que él les ha facilitado elementos de protección. Envió mensajes por redes sociales, narrando la manera como sería elegido en ese importante cargo.
Al final, los congresistas no lo eligieron: ganó el voto en blanco. Sus seguidores se retiraron del recinto, con lo que fue elegido en ese cargo el senador Iván Name. No es justo que alguien que maldice a los policías y los llama cerdos, y que habla de Colombia con la vulgaridad con la que lo ha hecho Gustavo Bolívar, ocupe esa posición en el Senado.
Además, este puede ser el abrebocas de lo que sucederá el año entrante en la contienda electoral por la presidencia de la República. A la hora de votar, los colombianos no podemos olvidar lo que nos han costado los daños ocasionados por las ‘primeras líneas’ y quiénes los han promovido y financiado. No podemos dejar de lado los policías y civiles asesinados a causa de la violencia y de los bloqueos. ¿Dónde dejamos los cientos de policías heridos a piedra, palo y patadas voladoras?
¿Vamos a olvidar los quince billones que nos ha costado el terrorismo urbano? Protestaron contra la reforma tributaria, y los destrozos costaron más de lo que se iba a recoger con ella. Son solo muestras de lo que sería un gobierno totalitario de izquierda.
Nuevamente preguntamos: ¿Y quién va a pagar por todo eso? Por lo menos, ya hay algunos capturados que seguramente resultarán judicializados y hay una muestra de lo que será el costo político para quienes promovieron todo eso. Pero los daños son muchos más y todavía anuncian otras jornadas de vandalismo.