por Bernardo Henao Jaramillo
No debemos olvidar que en fecha aún reciente Gustavo Petro utilizó el chantaje de incendiar el país si no ganaba las elecciones. Ahora, intimida con violencia si no se aprueban en el Congreso sus reformas
La democracia es considerada como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía, en un gobierno democrático el pueblo decide cómo quiere ser gobernado dentro de un marco que le aseguren la libertad, la igualdad y la justicia.
El pasado 14 de febrero, que se recordará como el día del «balconazo», el presidente Gustavo Petro intentó sabotear las marchas pacíficas de la sociedad civil que había escogido ese día para protestar contra sus reformas. Él, contrario a lo que debe ser un gobernante de la unidad, decidió llamar a sus seguidores para que salieran a las calles a manifestar apoyo a las reformas que promueve su gobierno, algunas ya radicadas en el Congreso. Entonces, desde el balcón de la Casa de Nariño, se dirigió a los colombianos y no tuvo empacho en amenazarlos, con olvido que es el presidente de una nación, para enviar el discurso que tuvo como candidato.
Quien funge como presidente simboliza la unidad nacional, es el jefe de Estado, jefe de Gobierno y suprema autoridad administrativa, lo que de suyo significa que gobierna para todos los colombianos, no sólo para el Pacto Histórico, de donde resulta contrario y confuso su incendiario discurso dirigido contra la «oligarquía», “sistema de gobierno en el que el poder está en manos de unas pocas personas pertenecientes a una clase social privilegiada”, pues él representa ese gobierno, luego su alocución no tiene sentido, menos aún cuanto se refiere a la banca, en particular a dos banqueros a los que no mencionó por sus nombres.
Dijo también, quien funge como presidente de los colombianos, en ejercicio de un proselitismo político y para forzar la aprobación de sus reformas que «quizá se repitan los hechos de 1938 cuando detuvieron la revolución en marcha, quizás en los círculos del poder económico se tejan mecanismos para evitar una época de cambio, si eso es así solo hay que recordar a 1938. Detener la revolución en marcha condujo al asesinato de Jorge Eliecer Gaitán y a una violencia que aún no termina”, expresiones que no se puede entender sino como una “velada amenaza” al Congreso sino aprueban sus reformas ¿Será democracia? En definitiva Petro no ha desarmado su alma, lo que traduce un gobierno de resentimientos y de odios, contrario a lo que debe ser un gobernante.
Su alocución, en tono de campaña electoral, fue ante una cantidad realmente muy limitada de seguidores, muchos de ellos funcionarios públicos, a quienes, contrario a la ley, se les dio vía libre para que pudieran asistir a la jornada, sin amonestaciones. Pese a ello, no eran más de 2000 personas reunidas en la plaza de Armas, frente al balcón.
La sociedad civil, prudentemente, eligió aplazar su protesta para el día siguiente al día inicialmente fijado, 14 de febrero, y su respuesta fue contundente. Miles de personas el 15 de febrero, en diferentes regiones del país, libremente manifestaron su inconformidad con las reformas presentadas por el Gobierno. Al unísono dieron un no.
Sin embargo, el asunto del balcón no es de poca importancia como podría parecer a primera vista. ¿Quiere el presidente emular a la fallecida reina Isabel II?, o¿ al papa?, a ¿Hugo Chávez?, a ¿Rafael Correa? Más lejanos en el tiempo pero no menos significativos están Hitler y Mussolini. Arengando a las masas desde balcones y ventanas. ¿Qué hay en el subconsciente del presidente? ¿Totalitarismo, dictadura, por decir lo menos? O es en cierta forma mostrarse como el mesías.
Lo cierto es que el discurso que pronunció no fue en modo alguno conciliador. Fue «veintijuliero» y eso es poco. Se trató de un discurso de rencor y ojeriza, mentiras graves, división, polarización, cuando está hablando de «paz total». Desintoniza ese discurso con su programa bandera. Como dice el común de las gentes “borra con el codo lo que escribió con la mano”. Entonces, ¿cómo puede darse la paz con los llamados del presidente a la división y al odio?
El común de la población así lo ha entendido, más aún cuando la realidad, por ejemplo, la posición de Colombia a nivel mundial frente a la salud y la seguridad social es destacable, lo que no justifica defender la propuesta reforma, pero éstas, las reformas en salud, pensional, tributaria, laboral, de justicia para la “impunidad total”, etc., se quieren imponer no por las vías de la razón sino por las de la amenaza. No debemos olvidar que en fecha aún reciente utilizó el chantaje de incendiar el país si no ganaba las elecciones. Ahora, intimida con violencia si no se aprueban en el Congreso sus reformas. Absurdo procedimiento de un gobernante.
Muchas “perlas” podrían destacarse para la sinrazón de las reformas que se proponen, una de ellas, que ha servido de burla internacional, aquella por la cual para disminuir la criminalidad en el país propone «una serie de actividades que hoy se consideran crimen, no se consideren crimen», ¿perversidad o ingenuidad? Los lectores lo determinaran.
Como resultado de la inconformidad social con las reformas impulsadas por el gobierno, el día 15 de febrero de 2023 los ciudadanos salieron en forma masiva a las calles y llenaron las plazas de ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Armenia, Ibagué, Cúcuta, Villavicencio, Santa Marta y otras más, así como en el exterior. Fue la respuesta al “balconazo”.
Entonces, pese al sabotaje, se debe tener en cuenta la reacción de la sociedad civil que no se hizo esperar y que sin titubeos, no obstante el cambio de fecha y de lugares, la unió, mayoritariamente, por toda Colombia, con el propósito de defender la democracia, la separación de poderes, los derechos alcanzados, entre otros, y expresar su oposición al “rey”. No se asustó con sus amenazas. Por el contrario, el discurso del presidente los motivó a salir, debiéndose resaltar la presencia de los jóvenes en las marchas y también de muchos ciudadanos de estratos que no habían marchado el año anterior. Ello, además, porque la canasta familiar ya no está a su alcance, el precio del dólar se ha disparado por las irresponsables y frecuentes manifestaciones del jefe del Estado y de algunos miembros de su gabinete hasta llegar a niveles que no tienen antecedente y el encarecimiento de la vida perjudica enormemente, sin distinción, a toda la población. Los colombianos luchan por su democracia, pese a sus deficiencias, por el orden, el respeto a las instituciones y por no ser considerados como ciudadanos de un país delincuencial.
Sería bueno hacerle ver al presidente que, desde 1938 hasta el presente, mucha agua ha corrido bajo los puentes. El país no es el mismo. Los avances en materia social son muchos. Luego, la referencia que hizo resulta inoportuna y apenas anecdótica.
Pildorita. El día de ayer el presidente Gustavo Petro reaccionó airadamente contra la Corte Constitucional por su acertada decisión de permitir a la Procuraduría sancionar a los funcionarios elegidos popularmente. Fallo que respetó la posición de la Corte Interamericana.