Nuestro país está atravesando un momento difícil y ni siquiera es posible explicarlo bien por lo cual se está produciendo en la ciudadanía una gran zozobra.
Sea lo primero intentar responder a este interrogante: ¿Para qué un presidente elegido en democracia con una mayoría, no extraordinaria, pero sí suficiente para no tener dudas, quiere enlodarse ante su electorado, ante el país y ante la historia convocando a una «asamblea constituyente» que no es constitucional ni legal?
Porque está descartado que la asamblea constituyente a la que se refirió Petro en Puerto Rellena, Cali, ante un auditorio que ni siquiera entendió del todo de qué se trataba, sea la Asamblea Nacional Constituyente prevista en nuestra Constitución política, artículo 374 y siguientes.
Porque para llegar a esta figura está claro que se requiere un tiempo que Petro ya no tiene. Está próximo a completar dos años de mandato y, tiene ejecutado el 40.5% de su mandato. Según cálculos conservadores, se requeriría otro tanto para el complejo proceso. Tampoco contaría el mandatario con las mayorías requeridas, ni en el Congreso ni mucho menos en cuanto al registro electoral.
Qué gobernante tan idiota, consigue el poder en democracia y plantea después un cambio mediante una asamblea constituyente a la fuerza.
Es por eso que queda claro que se está refiriendo a otro tipo de asamblea constituyente. Es la misma que ha venido invocando, sin llamarla por su nombre, en muchos de sus discursos a lo largo del tiempo en que ha sido presidente.
Hablamos de esos llamados al caos porque no se puede designar de otra forma a «ríos de gente», a «hombres, mujeres y niños» que deberían, según Petro, salir a las calles y llenar las plazas. Y nunca aclaró con qué objetivo se haría esto.
Podría ser para «apoyar» sus desquiciadas reformas, como en el caso de la de la salud, que tanto nos angustia y en la que tanto insiste.
En un momento como este, difícil y triste, marcado por un muy mal gobierno cuyas consecuencias ya sufrimos todos, es imperativo que nuestros jóvenes, especialmente quienes votaron por Petro, tomen conciencia de la situación.
Emigrar no es tan fácil de llevar a la práctica. Entonces, permitiremos que nuestro país sea destruido por un extremista, verdadero lobo vestido de oveja que recién empieza a mostrar sus garras?
El desafío a que está llamada la juventud es ahora, ya, luego será tarde y habrán perdido la oportunidad de vivir en democracia. Dicen que nadie experimenta en cabeza ajena, pero está tan cercana la realidad venezolana que nos toca como propia.
Los jóvenes venezolanos que votaron por Chávez llevan 25 años viviendo la destrucción de su país, sometidos a un régimen que les ha tenido bajo una violencia estructural, la que, según la investigadora Gloria Perdomo, se refiere a aquellas “condiciones que se imponen, privando a las personas de sus garantías de derechos humanos, como el derecho a la vida, a un nivel de vida adecuado, a la salud y a la protección inmediata en caso de daño y afectaciones”, situación que surge de un errático sistema económico, social, político e institucional, como el que también actualmente vive Colombia, luego es tiempo de despertar y no permitir que les “roben” la libertad, los sueños y la patria.
Según varios autores, los que han advertido a los colombianos, el declive de Venezuela y de los derechos de los venezolanos tuvo su arraigo en la constituyente convocada por Chávez, le corresponde a la juventud no caer en el mismo error y a todo el pueblo salvar a Colombia de la tiranía
Es tiempo de reaccionar. Uno de los escenarios que ha mencionado Petro para sus asambleas es el de la universidad pública. Obviamente, la propuesta no quiere otra cosa que desestabilizar.
Están las universidades, públicas y privadas, preparadas para hacer frente a esto?
Quienes irreflexivamente votaron por Petro pese a todas las señales de alarma, Venezuela, el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, las amenazas del entonces candidato formuladas en sus varias campañas contra todos los estamentos del país, el odio y la rabia que con demasiada frecuencia destilaban sus palabras y sus propuestas descabelladas, tienen una deuda con este país.
Querían un cambio que ofrecía el siniestro candidato pero nunca supieron ni se interesaron por saber de qué se trataba.
La mayor fortaleza de los países es la educación. Los que tienen un PIB en constante crecimiento lo consiguen gracias a la preparación de su población.
Hay entre nosotros un segmento de jóvenes perezosos y atenidos, que creen que tienen todos los derechos y ninguna obligación. Ellos constituyen un factor de atraso. Pero para cambiar tan nociva manera de pensar se requiere una mejor educación.
El gobierno se equivocó tremendamente con su iniciativa de pagar por no matar.
Por otra parte, las condiciones actuales de vida de Cuba y Venezuela no deben ser las de nuestra población. Piénsenlo, jóvenes, reaccionen y no crean en populismos baratos.
Rechacen el llamado a una constituyente que tiene por único apoyo al ELN. Estos subversivos se pronunciaron así el día 22 de este mes: “Asamblea Nacional Constituyente lo entendemos como un esfuerzo encaminado a la democratización y construcción del buen vivir para todas y todos”.
Dios nos libre!