Por: Duván Idarraga
Como he escrito en columnas anteriores y especialmente hace dos semanas, el panorama económico de Colombia no pinta muy bien en este 2023. A lo ya ha comentado, respecto al resultado del crecimiento del Producto Interno Bruto en el 2022, pero especialmente al muy bajo resultado del último trimestre de dicho año que apenas creció el 2.9%, se suman dos variables que permiten intuir que los resultados económicos pueden ser peores.
Por un lado, se conoce el resultado de la inflación a febrero del 2023, un desbordado 13.28%, levemente superior al 13,25% de enero; en el fondo lo que preocupa es que no se ha logrado romper la tendencia alcista que tiene (recordemos que a diciembre cerró en el 13,12%). Como dato particular, en lo que va corrido del siglo no se tenía un resultado de esas características. Al mirar el desempeño de esta variable en febrero de 2023, tuvo un incremento del 1.66%.
Si hacemos una comparación versus el mismo periodo del año anterior, encontramos que febrero de 2023 sube 5,27 puntos porcentuales frente a febrero del 2022. Por ciudades las de mayor IPC son Cúcuta, Sincelejo y Valledupar que se ubican por encima del 15%; las más económicas, por debajo del promedio nacional: Pereira y Villavicencio.
Si por el lado la inflación el resultado preocupa, otro que genera muchísima inquietud es lo referente a la confianza del empresariado colombiano. En una reciente encuesta de la ANDI se pudo evidenciar que hay un deterioro en su percepción: Mientras que en agosto del año pasado, antes del cambio de gobierno, el 47.1% de los encuestados manifestaba que las inversiones en Colombia se mantenían. En una realizada en el mes de febrero de 2023 esta cifra se redujo al 27.5% (reducción del 41,6%); lo más inquietante del tema son los argumentos que exponen al momento de responder y justificar su poca confianza: El 47.9% lo atribuye al tema de tasas de interés; el 31.3% a la incertidumbre política; el 20.8% a la incertidumbre económica y un 15.6% a la incertidumbre jurídica. En tres de las 4 variables, el papel del actual gobierno tiene responsabilidad; sus acciones y decisiones están afectando de manera considerable la confianza inversionista en Colombia.
Para rematar, se conoció el borrador del proyecto de reforma laboral que va a presentar al congreso el actual gobierno; como bien expresó el periodista Hassan Nassar, mas parece un pliego de peticiones de un sindicato que una propuesta mesurada, equilibrada y que propenda por mejorar las condiciones laborales de muchos trabajadores pero si poner en peligro la existencia de las empresas, en especial las PYME y micro; a quienes un incremento exagerado en los costos laborales, como se pretende en dicha reforma, podría afectar su posibilidad de subsistir y poniendo en riego miles de empleos (recordemos que casi el 90% de los empleos en Colombia se producen en dichos sectores).
Lastimosamente, a diferencia de lo que se manejó durante el gobierno del presidente Duque, donde de manera conjunta y mancomunada con el empresariado colombiano se tomaron decisiones y acciones para trabajar todos por el mismo lado, sacar adelante la economía y buscar las acciones y estrategias que beneficiaran al país; por parte del presidente actual poco se evidencia en este tipo de manejos, es más, es todo lo contrario: Sus mensajes son recurrentes atacando al empresariado colombiano, genera suspicacias en contra de ellos y de manera constante alimenta el odio de clases; algo que sin duda afecta de manera considerable la confianza inversionista en el país.
Lo que se espera en este tipo de circunstancias es que desde el gobierno, en especial el presidente, se brinden mensajes de tranquilidad y respaldo al sector empresarial y se generen los mecanismos para trabajar de la mano con ellos, buscando alianzas y estrategias que beneficien al país. Como he dicho en varias ocasiones, es muy sencillo de entender y es lo que se debe buscar: Si a las empresas colombianas les va bien, al gobierno le va bien y al país en general le bien. Con el actual gobierno la visión es diferente; se trata al empresariado como los enemigos a vencer y destruir, se les ve como la vaca lechera que hay que ordeñar vía impuestos; los ministros enfilan baterías con proyectos de reforma que los afectan cada vez más, haciendo mas complicado hacer empresa en Colombia.
Si estos manejos se mantienen y el gobierno actual saca adelante sus reformas, como lo hizo con la tributaria donde no se tuvieron en cuenta las observaciones de varios sectores y en especial de los empresarios, las consecuencias serán catastróficas para el país. Sin confianza inversionista, muchas empresas saldrán, la inversión extranjera se disminuirá considerablemente, se incrementa el riesgo de cierre de PYMES y Micro empresas con la consabida disminución de oferta laboral. Toda una bola de nieve que impactará negativamente las posibilidades de crecimiento económico y de desarrollo de Colombia.
Esperemos que por el bien de nuestra economía y del país, la sensatez prime en el gobierno, en especial en el presidente para que de esta manera moderar el activismo de algunos de sus ministros (y del propio presidente) que olvidan que ya no son lideres de grupos con intereses particulares, sino que deben trabajar para buscar el beneficio general de Colombia.