Como resultado de los desórdenes que se presentaron en el Capitolio en Washington el 6 de enero, la Cámara de Representantes aprobó un nuevo juicio político al presidente Trump, por incitación a la insurrección, pues lo señalan como instigador de los hechos violentos cometidos por algunos de sus seguidores. El debate en el Senado se hará luego de que Trump haya dejado la presidencia.
Al margen de lo que decida hacer el Congreso en Estados Unidos en contra de Donald Trump y de lo reprochables que hoy se consideren las palabras dirigidas por el presidente a sus seguidores, los hechos tuvieron otra consecuencia que prende las alarmas sobre la libertad de información: Twitter cerró la cuenta que usaba Trump.
Jack Dorsey, cofundador y presidente ejecutivo de Twitter afirmó que considera haber hecho lo correcto al cerrar esa cuenta, aunque acepta que eso sienta un precedente peligroso. Las opiniones están divididas, pues los seguidores de Trump consideran este hecho un atropello, mientras sus críticos celebran la decisión.
En el anterior editorial de REALIDADES criticamos la invitación explícita que hizo Trump a sus seguidores para realizar esas protestas en el Capitolio que terminaron en hechos violentos. Hoy criticamos la posición de quienes manejan las redes sociales, pues estas, aunque son redes privadas, se han convertido en medios de comunicación con mucho más audiencia e impacto que los medios convencionales, y están actuando por decisiones o por intereses individuales.
Para explicar esta afirmación, vale la pena mencionar que Iván Márquez, cabecilla de la recientemente creada disidencia de las Farc conocida como la Nueva Marquetalia, subió a un canal de Youtube un video que lo muestra armado y acompañado de otros dos guerrilleros también armados, uno de los cuales es alias “El Paisa”. En el video condenan al gobierno de Iván Duque, y lo califican como dictadura. Proponen su revocatoria, algo que había mencionado desde octubre del año pasado el senador Roy Barreras.
Inmediatamente todas las redes sociales difundieron el video del cabecilla, el cual, como dicen, se volvió “tendencia”. Entonces nos preguntamos, ¿Cómo es posible que al presidente de Estados Unidos se le cierre el acceso a las redes sociales, mientras estas difunden alegremente las declaraciones de Iván Márquez? Este último es un prófugo de la ley, acusado de una cantidad inmensa de delitos, por los cuales ni siquiera respondió ante la JEP. Hoy es un alzado en armas, socio de otros delincuentes también prófugos, como Jesús Santrich y alias el Paisa.
¿Con cuál parámetro moral se condena al presidente de Estados Unidos y se le niega el acceso a un medio de comunicación, y al mismo tiempo se premia con amplia difusión un video del prófugo de la justicia más buscado en Colombia?
Parece que llegó el momento de hacer una profunda reflexión sobre el papel de las redes sociales. Lo que dice el presidente Trump no es del gusto de muchos, así como tampoco ha caído bien su manera de gobernar, ni ciertas decisiones políticas. Incluso algunos critican su corte de cabello y la manera de tratar a sus colaboradores. Muchos rechazan sus denuncias de fraude en las elecciones, y aunque la diferencia en los resultados fue estrecha, se considera que el triunfo de Biden es un hecho.
Pero nada de eso justifica silenciar al actual presidente de Estados Unidos, sin importar qué tanto les guste Trump a los dueños de las principales redes sociales. Sería mucho más lógico que condenaran al anonimato a los delincuentes que difunden libremente sus mensajes, como en el mencionado caso de Iván Márquez.