Por José Alejandro Ramírez Londoño, Ex Director Justicia Penal Militar
En el trino con que Gustavo Petro despidió a Laura Sarabia, dejó ver problemas con las ambiciones económicas de la hoy ex canciller: “hay que poner el corazón en los más pobres, en lo justo, nunca dejarse conquistar por la codicia. La codicia es enemiga de la revolución y de la vida”. Mucho se ha especulado respecto a la razón de su salida, atribuyendo dicha decisión a la pugna por la contratación de la empresa que tiene el contrato de pasaportes, cuando a todas luces era inevitable la extensión del contrato con Thomas Gregg & Sons por razones de urgencia y falta de preparación de la Imprenta Nacional para asumir dicho rol. Sin embargo, aun no se cuestiona el papel que asumió la hoy ex canciller, durante su paso como directora del DAPRE en el contrato de compra de aviones para las Fuerza Aeroespacial, que se apresta a firmar el Gobierno de Colombia con la sueca Saab.
Si, las reuniones entre el Ministerio de Defensa y Saab fueron lideradas por el DAPRE bajo la dirección de Laura Sarabia con injerencia del SM (RA) Octavio Sarabia Cañizares padre de Laura, quien tiene un perfil publico en la red social “Linked In” como especialista en seguridad física y protección de la Escuela de Suboficiales de la entonces Fuerza Aérea de Colombia, pero también con la participación de un gran piloto del aire, el General (R) Ballesteros de la FAC. A finales del año pasado y a instancias del DAPRE el Gobierno de Colombia pidió la actualización de ofertas de las empresas cuyos aviones competían por la pre selección, a las cuáles -en completo sigilo- sólo SAAB respondió.
Fue el DAPRE, con la comprometida gestión de Juan Fernández – el también indiciado servidor de Palacio involucrado en otras compras militares por el entonces Viceministro General (R) Ricardo Díaz- pero sin la anuencia del Ministerio de Defensa, ni su comité técnico de la FAC al cual “se saltaron”, quienes tomaron la decisión de adquisición de los aviones Grippen de la Sueca Saab. Pero, sólo una vez tomada la decisión la FAC se aprestó a definir junto a SAAB los alcances técnicos y logísticos del proyecto, lo cual anunciaron una vez se posesionó en febrero el nuevo Ministro de Defensa, el también General (R) de la Fuerza Aeroespacial Colombiana Pedro Sánchez, pese a que dicho período debía haberse superado previo a tomar la decisión y hacerla pública, convirtiéndola en una decisión tan viciada como direccionada. Sin embargo, nada ha dicho al respecto quien presume de adalid anticorrupción, el ex ministro Ivan Velásquez, hoy embajador en Roma, sobre la injerencia de personas ajenas al comité de contratación de la Fuerza Aeroespacial en este contrato.
Desde el año 2022, los aviones Gripen E/F habían sido calificados como los de menos prestaciones operacionales por el comité que estudia la contratación en la Fuerza Aeroespacial Colombiana, en comparación con los otros pre calificados, como el F-16 de los Estados Unidos o el Raffale, de Francia. Además de los dudosos procesos que tomó el rumbo del contrato previo a su firma, hay fuertes interrogantes que el gobierno se ha negado a responder, el principal de ellos en materia del cumplimiento del objeto contractual: según las informaciones que han permitido conocer, Saab se comprometerá a entregarle a Colombia 16 aviones Gripen E/F en 5 años. Pero en 2014 se comprometió a entregarle 36 aviones Gripen E/F a Brasil -en donde trabaja en conjunto con Embraer- en 7 años, de los cuales pasados 8 años había entregado 5, y peor aún hoy pasados 11 años, sólo ha entregado 9. En Tailandia, este año Saab se comprometió a entregar 4 aviones Gripen E/F en los próximos 4 años y 8 más hasta 2034 y en Perú, según información pública, deberá entregar 24 cuando se firme el contrato, sin que se sepa aún las fechas de entrega.
El segundo de los interrogantes ronda al valor del contrato. Según información pública, los 4 primeros aviones Gripen de Tailandia tuvieron un costo cercano a los 600 millones de dólares, y los 24 aviones Gripen para el Perú tendrán un costo cercano a los 3.500 millones de dólares, pero aún así no podríamos afirmar que dichos aviones costaran entre 125 y 145 millones de dólares, porque las negociaciones dependen del offset y la transferencia de tecnología que a su compra venga aparejada o la inversión en las capacidades tecnológicas/militares de cada país. Lo cierto es que en Colombia, sean 16 o 24 aviones, según un aval fiscal que aún no se extiende, tendrán un valor de 3.900 millones de dólares o 16 billones de pesos, según el Ministro de Defensa. Cifra que también está en duda, cuando atravesamos una de las crisis deficitarias más pronunciadas de nuestra historia y cuya solución, más irónica que ilegalmente, ha sido un “escape” a la regla fiscal. Y claro, como Gustavo Petro suele hallar una solución “en el papel” a todo, nos anunció que serán pagados con vigencias futuras pese a que Suecia se había propuesto financiar su compra – lo cual tampoco resultó ser cierto-.
El tercero de los cuestionamientos es el denominado “Offset”. Tailandia, se definió por los Gripen sobre los F-16 básicamente por el Offset, tecnología de datos “Link-T” desarrollada por Saab, en actual uso en los equipos aéreos y de fuerzas militares tailandesas, cuyos derechos intelectuales sin restricción de uso y expansión se comprometió a transferir Saab al Estado de Tailandia durante el proceso contractual, mientras que el F-16 de Lockheed Martin no podía competir con esta posibilidad contractual. Pero, ¿cuál fue la verdadera razón de la escogencia del avión en Colombia si el Gripen había sido definido como el avión de menos prestaciones operacionales?
El cuarto de los cuestionamientos – al igual que en la salida encontrada por el Gobierno de Colombia para no prorrogar el contrato de los pasaportes – se encuentra en los argumentos de soberanía. Si Colombia debe ser capaz de defender su soberanía sin depender de terceros países y el avión escogido que rugió en la reciente revista aérea “F-Air 2025” tienen Turbinas General Electric de fabricación Norteamericana, Colombia tendrá que pedirle permiso a Estados Unidos para operar sus aviones fuera del territorio por tener dicha tecnología? Está claro que, para el caso de aviones de combate, las reglas de operación y soberanía son diferentes.
El quinto de los cuestionamientos tiene que ver con la vigencia de las capacidades operacionales del avión escogido, el cual, según el comité de contratación de la Fuerza Aeroespacial debe dar condiciones para los próximos 40 años. ¿Por qué si los aviones suecos presumen de importantes capacidades operacionales no ha sido de escogencia por ninguno de los países que vienen haciendo su renovación de flota de superioridad aérea en Europa, de cara a fortalecer sus capacidades para enfrentar amenazas latentes y próximas (Rusia, etc.)?
Ninguno de estos interrogantes será absuelto por la auditoría del contrato la cual, para garantizar la presunta transparencia del mismo, será sufragada según compromiso anunciado recientemente por la sueca Saab. Paradójicamente, un gobierno judicializado por la compra de unos carrotanques para abastecer agua a las comunidades más necesitadas del país es quien va a terminar decidiendo la superioridad aérea de Colombia los próximos 40 años.